En pleno siglo XXI, la ansiedad parece haberse convertido en la gran epidemia silenciosa. Este padecimiento genera diversos estados mentales que van desde la simple preocupación, sentimiento de perder el control, miedo a la muerte, miedo a enfermarnos, sentimientos repentinos de aprehensión, hasta síntomas físicos como palpitaciones, dolor en el pecho, respiración agitada, náuseas y sudoración.
Con este artículo intento ofrecerte 3 posibles caminos para detener los síntomas de la ansiedad y evitar que crezca el malestar.
Clave 1: Cómo detener el torbellino mental
La ansiedad puede ser vista como un paso más allá de la preocupación. Nuestra mente pareciera estar danzando permanentemente entre diversos temas, situaciones y momentos. Generalmente perdemos la noción del ahora, y divagamos en recuerdos, tristezas y dolores del pasado, o preocupaciones sobre el futuro.
Este torbellino de ideas, pensamientos y preocupaciones que nos apartan del momento presente, es un comportamiento consciente o inconsciente que se nos ha vuelto habitual.
El primer paso para detener el torbellino mental es observar los vaivenes de la mente. Una vez que eres consciente de lo que estás pensando puedes dirigir voluntariamente tu pensamiento. La idea no es luchar con tu pensamiento ni resistirlo, simplemente observarlo y dirigir tu mente al momento presente. Puedes observar tu respiración, o anclarte en cualquier sensación física del momento presente.
También puedes hacer un ejercicio consciente durante unos 10 minutos en los que, con los ojos cerrados, te dediques a estar atento al torbellino de pensamientos de tu mente y proponerte poner una pausa, incluso diciendo mentalmente “stop” y continuar observando. Verás que el movimiento mental continuará indefinidamente, pero la diferencia es que con esta práctica serás más consciente de ello y con la práctica de hacer una pausa en el pensamiento lograrás tener un mejor dominio de tí mismo.
Clave 2: La Respiración
Vemos rápidamente los efectos de los pensamientos reflejados en la respiración cuando estamos agitados, o respiramos con un ritmo corto en el que no llegamos a oxigenarnos adecuadamente, es la típica respiración que se activa en situaciones de miedo o estrés profundo.
El simple hecho de observar tu respiración genera un cambio. No hace falta que intentes modificarla de manera intencional. Simplemente obsérvala. Enfoca tu atención a las dos fases de tu respiración, cómo entra el aire por tus fosas nasales, cómo sale. También puedes contemplar la flexibilidad de tus costillas respondiendo al movimiento primario de la respiración. Dedica unos minutos de tu tiempo al solo hecho de percibir la entrada y salida de aire. Esta sugerencia es tan simple como poderosa.
Clave 3: Dejar ir la tensión muscular
F. M. Alexander decía que traducimos todo, sea físico, mental o espiritual en tensión muscular. Por lo tanto, uno de los efectos más inmediatos de nuestra preocupación excesiva y consecuente ansiedad será la tensión en cualquier grupo muscular. Seguramente ya has detectado que tu cuello se tensa, o aprietas tu mandíbula en exceso, tienes tensión en tus hombros, etc. Las estrategias de tu cuerpo para expresar la ansiedad son infinitas.
La posición de descanso constructivo clásica del trabajo en la Técnica Alexander puede ayudarte a dejar ir la tensión excesiva y de paso ayudarte a ir modificando tus hábitos de pensamiento con esta herramienta en la que la conexión cuerpo-mente posibilita detener el círculo vicioso del pensamiento-preocupación-miedo-ansiedad-pensamiento, etc.
Esta posición de reposo activo la he descrito en el artículo del 19 de septiembre de 2016, puedes leerlo haciendo click aquí. Te propongo intentar esta recomendación, no te llevará más de 15 minutos por día y verás beneficios rápidamente.
Comparte este artículo a quienes creas pueda interesar y te invito a que me comentes cómo te ha ido con estas 3 sugerencias.
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